Los Entremeses Cervantinos

Los Entremeses Cervantinos

Guanajuato. – Estamos a pocos días de la llegada de la edición 53 del Festival Internacional Cervantino, y con ello, recordemos un poco de lo que fueron los Entremeses Cervantinos.
En los años cuarenta, en la Ciudad de México, Enrique había iniciado una exitosa carrera durante la cual había fundado, junto con otros dos destacados personajes de teatro de la época, la carrera de arte dramático en la UNAM, y con sus alumnos empezó a poner en escena obras que se presentaron en el Palacio de Bellas Artes. Su éxito fue enorme.
En 1950 se creó la Asociación Mexicana de Críticos de Teatro, que ese año otorgó por primera vez el premio a mejor director de teatro en México. En la terna estaban dos figuras ya consagradas del teatro y la literatura: Salvador Novo y Luis G. Basurto. Además de ellos dos, en la terna estaba un joven director de 36 años que no quiso ser abogado por dedicarse al teatro. Ese primer premio se le otorgó a Enrique Ruelas Espinosa, quien desde entonces se convirtió en un referente del teatro en México por su labor como director y como profesor.
En 1952, Enrique Ruelas regresó a Guanajuato. Era ya un director de teatro consagrado como el mejor de México, reconocido así por la Asociación de Críticos de Teatro. Fue cuando el entonces rector de la Universidad de Guanajuato, Lic. Antonio Torres Gómez, lo invitó a crear la carrera de arte dramático en esta universidad y así Enrique fundó el Teatro Universitario de Guanajuato. Unos meses después, el 20 de febrero de 1953, con motivo de una reunión de rectores en la ciudad de Guanajuato, montó con sus alumnos —pero no solo con ellos, también con personas de todos los estamentos sociales de la ciudad— una obra que había soñado durante años: 𝙀𝙣𝙩𝙧𝙚𝙢𝙚𝙨𝙚𝙨 𝙙𝙚 𝙈𝙞𝙜𝙪𝙚𝙡 𝙙𝙚 𝘾𝙚𝙧𝙫𝙖𝙣𝙩𝙚𝙨 𝙎𝙖𝙖𝙫𝙚𝙙𝙧𝙖: mundo imaginario y realidad de su mundo, más tarde conocida popularmente como 𝙡𝙤𝙨 𝙀𝙣𝙩𝙧𝙚𝙢𝙚𝙨𝙚𝙨 𝙘𝙚𝙧𝙫𝙖𝙣𝙩𝙞𝙣𝙤𝙨, escenificada al aire libre en la plazuela de San Roque. A partir de esa ocasión su carrera como director teatral empezó a proyectarse internacionalmente y su fama creció aún más en México.
En ese momento sembró la semilla de lo que veinte años después llegaría a ser el Festival Internacional Cervantino y, de manera muy posterior a su muerte, la declaración de Guanajuato como Capital Cervantina de América en 2005.
Desde entonces, de manera simultánea a su actividad en Guanajuato, continuó impartiendo clases de actuación y dirección teatral en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, además de haber creado el Departamento de Actividades Estéticas en la Escuela Nacional Preparatoria, también de la UNAM, que coordinó hasta el final de su vida. Cada semana durante treinta y cinco años viajó los jueves por la noche a Guanajuato, hospedándose en el Hotel Santa Fe, para dar clases el viernes, dirigir sus puestas en escena el fin de semana y regresar a su casa en la Ciudad de México los domingos en la madrugada. Sus obras de teatro, todas ellas representadas en escenarios naturales, dejaron una huella muy profunda en Guanajuato: Entremeses, de Cervantes; El retablillo jovial, de Casona; Los pasos, de Lope de Rueda; El caballero de Olmedo, de Lope de Vega; Yerma, de García Lorca; Las estampas del Quijote, de Madariaga; Dos hombres en la mina, de Herczeg.
Varios factores podrían explicar el enorme éxito que tuvieron estas obras: su contenido, por lo general accesible a todo público. Todas se representaron en escenarios al aire libre, lo cual era inusual en ese tiempo (plazuela de San Roque, patio del Mesón de San Antonio, Plaza de Mexiamora, plazuela de San Cayetano, carretera a Dolores Hidalgo en San Javier, rinconada de San Matías, río en el Pueblito de Rocha, atrio de la iglesia del Mineral de Cata, mina de El Nopal).
Los montajes siempre se caracterizaron por ser muy originales al mezclar escenas al estilo cinematográfico de la época; los actores siempre fueron y siguen siendo voluntarios y forman parte de la sociedad misma, desde amas de casa hasta funcionarios universitarios y funcionarios públicos de alto rango; la incorporación de un narrador que hace fluir a los espectadores a través del entramado escénico.
En 1972, con motivo del Año Internacional del Turismo, se decidió desde la Presidencia de la República que México participara con un Festival Internacional Cervantino y que se llevase a cabo en Guanajuato, para así también celebrar el vigésimo aniversario de representaciones ininterrumpidas de los Entremeses cervantinos los fines de semana en la Plazuela de San Roque. Así como los Entremeses se han proyectado en la historia del teatro en México desde 1953, el FIC, originado en esta célebre tradición, ha hecho lo propio y se ha convertido en uno de los cinco festivales artísticos más importantes del mundo. De esta manera, un joven que llegara a Guanajuato obligado a estudiar derecho se convirtió en el cimiento del Teatro Universitario de Guanajuato y este, a su vez, del 𝙁𝙚𝙨𝙩𝙞𝙫𝙖𝙡 𝙄𝙣𝙩𝙚𝙧𝙣𝙖𝙘𝙞𝙤𝙣𝙖𝙡 𝘾𝙚𝙧𝙫𝙖𝙣𝙩𝙞𝙣𝙤.

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